26 de febrero de 2012

Tock Tock

Cuando se quiere a alguien, las otras personas del alrededor pasan a estar en el segundo plano. Se quiera o no, siempre pasa. Sea mucho o poco. Nos volvemos más fieles a esa persona y jamás pretendemos hacerle daño.
Sea estúpido o no... con el tiempo comprendí lo que es amar. Pero jamás comprendí el amor.
Aprendí a ser fiel y a no mentir. Comprendí que la espera sería larga e incluso eterna, pero sé, que vale la pena. Y a partir de ahí, juré que jamás volveré a hacer nada con nadie ni si quiera conmigo mismo. Si no es con esa persona.


*Mira, el puente se volvió azul. - Sentencié
-¿Por qué se habrá puesto triste?
*Se está despidiendo de nosotros, sabe que nunca nos volveremos a ver.
-¿Tu  y yo?
*No, el y nosotros.

*Recuerdos nostálgicos de un pequeño Husky*

7 de febrero de 2012

3 de febrero de 2012

Stranger

Alto espejo, madera corroida, reflejo certero.
De pie ante el gran espejo contemplaba mi figura desgastada por el tiempo. Pies a cabeza. Debía alejarme e incluso salir al pasillo para conseguir verme entera. De perfil me era imposible. Mis pies desconozco.
Desde las raíces hasta donde el límite del cabello rozaba sus caderas. Descansaba apagado su color castaño claro. Siendo acordes con los ojos café evaporados.
Mis manos no se podían juntar, y al andar, oía los quejidos que producían mis pies.
-¡Hija! Acaba de llegar Berni. - Mi madre gritaba desde las escaleras.
*¡Qué suba! - No existía otra lengua que no fuese la de los gritos.  Tras 5 minutos oí unos golpes provenientes de la puerta de la habitación. Desnuda y despeinada abrí la puerta y le recibí con un gran beso y un abrazo.
-¿Qué tal está mi cerdita? - Preguntó enseñándome sus grandes blancos y afilados dientes.
*Tan guarra y gorda como siempre. - Le respondí esbozando otra sonrisa.
Acto seguido un sonido sordo.
Moflete y corazón enrojecido.
Le miré con la cabeza agachada y la mano abierta, evitando mi mirada.
Me pregunto porque continuo sorprendiéndome si no es la primera y seguro no la última.
Escondía su rostro tras su flequillo negro. Aún así, las lágrimas no se pueden volver invisibles.
Caían y eran absorvidas por la moqueta verde de mi habitación.
-Jamás, en el resto de lo que te quede de vida, lo vuelvas ha decir. - Su voz era capaz de remover hasta el último hueco de mi cuerpo. Siempre tiene mucha influencia en mí.
*Lo siento - Le dije casi inaudible. Y antes de poder moverme se abalanzó sobre mí, cerrando sus brazos tras de mí y  derramando lágrimas.
-Perdóname tu a mí, pero ya sabes lo que pienso. ¿Has comido hoy? - No había comido desde que se fue hace 2 días al pueblo.
*Desde que te fuiste no he comido. - Le susurré al oído por miedo a que mi madre me escuchase. Al pronunciar esas palabras sus brazos me apretujaron mucho más y sentí como su corazón  se estremecía.
-Jamás volveré a dejarte sola- Me decía a lágrima viva - Tienes que comer Kaala. Estoy totalmente seguro que si comparo tu peso con el de una pluma son equivalentes. Estoy muy preocupado por ti. ¿Por qué dejas de comer cuando yo no estoy? - Me preguntó alejándome de él para poder contemplarle su rostro. Y quedarme pensativa observando sus ojos negros.
*¿Qué pasa si le quitas a un ciego su fiel amigo? ¿Si la luna nos abandonase? ¿Y si le quitases a un cojo sus muletas? Berni, eres mi muleta. Y cuando te vas, te llevas contigo la luna de nuestro mundo. Te llevas a mi fiel amigo ladrador. Quiero decirte... que si te vas, los pájaros dejaran de volar a tu alrededor. Y las estrellas caerán a tu paso. - Nos quedámos callados. Y después de ver derramar incontrolables lágrimas de su rostro, soltó el mio.
-Termina de vestirte, queda poco tiempo para el baile. - Asentí y agaché la cabeza para cumplir la orden que me dio.
-Y no tardes, o si no los pájaros se cansarán de volar a mi alrededor.
¡Ah! Por cierto, las estrellas esta noche brillan con su gran esplendor, demuéstrame la chica que era capaz de superar a las propias estrellas. La que fue capaz de llevarse la luna de mi mundo. - Y tras decir eso salió por la puerta cerrándola.
Arreglada bajé a zancadas por la escalera de caracol, pasando por la cocina y el recibidor. Y antes de salir vi una nota de mi madre pegada en el espejo. "Hija, Te quiero mucho.↓" Insintivamente bajé la mirada, una bolsa de plástico con 2 hamburguesas, y al lado, las llaves.



*¿Berni, quieres una?