11 de abril de 2012

Hoy es un día para recordar







Hace ya cinco años que dejaste este mundo; con el, un agujero en mi corazón.
Siento aquél fatídico día a flor de piel...

Mi cuerpo temblaba y mi alma tiritaba. Mi estrella en el firmamento se escondió y ganó el juego.
Las mangas devoraban mis manos y mis brazos apretaban mi costado.
Mis piernas descansaban inmóviles e inamovibles como la más pesada de las rocas.
Un gran huracán se llevó casi todo...
Me dejó con el pelo alborotado y el rímel difuminado por todo mi rostro causado por las enormes cataratas que arrastró consigo.
Los meses pasaron, con él mis sueños e ilusiones.
Deje la universidad, mis amigos desistieron, los médicos se rindieron.
Me quedé a solas con mis pensamientos.
En los días y las noches solo oía el Tic-Tac del reloj, pues incluso mis pensamientos guardaron silencio. Ninguno deseaba romperlo. Solo a veces lo hacía yo para alzar la voz, expresarme mediante las letras de las canciones y apaciguar las auroras de la tarde.
Continuaron pasando los meses y sin darme cuenta, comencé de nuevo a salir a la calle, permitir alguna que otra sonrisa con algún susurro de las hadas transmitido por los árboles. Y en nada estaría firmando un contrato con una discográfica como una cantante solista. Al parecer había educado la voz con el transcurro de todas las horas que pasé en mi habitación. Tardaría tres años en hacerme famosa. Pero al final lo conseguiría.
Volvieron las ganas de vivir, de acabar una carrera, de reír...
Y aún así, continué sintiendo un gran vacío; que los demás jamás podrían notar, hasta que...

Un 11 de octubre, estaba firmando autógrafos en la plaza de un Corte Ingles de la ciudad.
Una niña pequeña se acercó con unos de mis más antiguos discos en la mano, guiada por el padre.
Le robaron incluso antes de nacer. La pequeña se llevó varios empujones por los innumerables periodistas, fotógrafos y fanes acumulados, únicamente para poder sentirme y oírme.

Me levanté para poder ayudarla, la cogí y la coloqué sentada encima de la mesa. Mientras tanto miles de flases me cegaban.
Colocó sus pequeñas manos en mis mejillas y las empezó a mover por todo mi rostro, como si lo estuviera analizando.
Abrió los ojos apagados y sin vida, y mantenía permanentemente aquella azucarada sonrisa. Dejándome un sabor dulce en la boca y un picor en los ojos.
-Pequeña, ¿Cuántos años tienes?
* Cinco - Me contestó sin despejar aquel rostro ruborizado. E instintivamente sonreí.
-Y dime, ¿Cómo te llamas?
* Sedna - Un nombre un tanto extraño para una chica con mejillas de fuego. Firmé su disco, se lo entregué a su padre que estaba observando la conversación a mi lado de pie. Y por último ella elevó sus brazos pidiendo con este gesto un abrazo.
Definitivamente, Sedna no le pega. Su temperatura es más elevada de lo normal.

Un resoplo del viento apareció de repente y tras de el, un susurro proviniente de la pequeña;
* Mi querido Soul ... - Aumentaron los flases y hubo más alboroto entre los fanes, pues comencé a derramar recuerdos guardados, que consiguieron romper la cerradura.
Abracé con más fuerza a la pequeña. volví a verte aquí, y sentí como una jarra llena de magma rellenaba mi vacío corazón.

-Te echo de menos... - Devolviéndole el susurro.
* Lo sé, y tu deberías saber que yo también. Debes continuar con tu vida, aunque yo no esté. - Mis lágrimas cesaron. * Te deseo mucha suerte, Soul. Que tengas una buena y gran vida. Adiós mi querida Husky con complejo de loba. - No dije nada, se separó de mí y buscó con sus brazos a su progenitor.
Me levanté al mismo tiempo en el que su padre la devolvía al suelo. Separé un segundo la vista de ella para dirigirla hacia uno de mis guardias mientras que con la manga me secaba las lágrimas.
-Ve con ellos y compra el juguete que ella desee.
Volví la mirada hacia la pequeña y su padre se agachó y le dijo;
+ ¿Qué se dice cariño?
* Muchas gracias - dijo escondiéndose en el pecho de su padre por el rubor de sus rojas mejillas.
+ Dame la mano cielo, que nos vamos con este señor a por tu juguete. - Se volvió hacia mí y dijo; +Muchísimas gracias por todo. - Miró de nuevo a su hija - +Venga, vámonos, dile adiós a la señorita.
* Adiós señorita - Todos los que la oímos sonreímos por su lindura y por su pura sonrisa. Y al verlos marchar susurré al viento;
- Adiós mi petit voleur. - Y sí, mi vida volvió a brillar con mucha más fuerza. Quizás logré llenar ese vacío por no haber podido despedirme, o quizás porque pude volver a sentirte de nuevo. No estoy segura.

Pero, de lo que sí estoy totalmente segura, es que desde ese día, aquella estrella jamás volvió a ganar.



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