19 de diciembre de 2011

Lilian

Todas las tardes Lilian se sentaba en su viejo sillón caoba. Abría su álbum de recuerdos. Vacío por la partida de su amor no correspondido. Plumas, rocas, entradas, anillos, pulseras, dibujos, fotos... y lágrimas, muchas lágrimas.
Olía no más de una vez todos los presentes que le regaló y que ella guardó con sumo cariño.
Cogía una bocanada de aire. Y lo soltaba convirtiéndolo en un suspiro con formas de palabras....
-Kate...
Pasaba lentamente cada hoja, recordando cada instante y cada momento que había pasado junto a ella. Se pasaba un pañuelo por sus ojos pardos cuando su vista se volvía húmeda.
Se inclinaba hacia delante con cada pinchazo que le producían los recuerdos.
Pasaba su mano por todo su cabello atezado retirándolo lentamente de su rostro.
A mitad de sus memorias, se levantaba interrumpiendo la raíz de sus recuerdos y se dirigía a la cocina, cogía un vaso de chocolate caliente y colocaba en la cima una nubecita...
Como a Kate y a Lilian les gustaba en aquellas tardes de invierno que pasaban juntas. Viendo películas, contándose sus secretos, escribiendo historias juntas, diciéndose como serían sus vidas en el futuro y que vivirían juntas.
*¿Dónde quedó aquello?* Pensaba constantemente.
Con el chocolate en la mano salía apagando la luz de la extensa y áurea cocina.
Deambulaba balanceándose por el corto pasillo. 
1 segundo, 1 minuto, 1 hora, 1 día... no importaba el tiempo.. si ella no estaba. 
Le gustaba colocar delante del álbum el chocolate, recorrer con la mano el borde de la mesa redonda azafranada y atusar el cojín púrpura que le compró Kate por su 24 cumpleaños. Tapaba sus delgadas piernas con montones de mantas.
Pero el frio.. no escapaba. 
Con el anillo color perla encerrado en la cárcel de su puño izquierdo. Va pasando las hojas, sumiendose cada vez más en sus recuerdos. Hasta volverse totalmente opaca. 
Su rostro dormido encima del álbum, el olor del chocolate como veneno y la perla encerrada en lo más alto del oscuro universo.


Para Lilian todo era un dolor intenso, que le embriagaba un calor que nadie, jamás, pudo superar.




Y en sueños, Lilian continua susurrando su nombre...
Llamándola, esperando vanamente una respuesta...


Y podría añadir que cada noche, cuando duerme, derrama una desaseada lágrima.

1 comentario: